martes, 30 de abril de 2013

No todo es fácil y bonito sin mamá... a veces la liamos

Esta noche he tenido insomnio y casi no he podido dormir. Estaba reventada, pero no sé porqué he dormido fatal. Total, que a eso de las 3:00AM me he puesto a pensar sobre qué podría escribir el post de hoy.

Tras pensar un rato me he dicho a mí misma: siempre escribes cosas que salen superbien y nada más lejos de la realidad. Para conseguir que una cosa salga bien, muchas veces la lío antes. De hecho es bastante habitual liarla más de una vez.

Por eso, hoy he decidido hacer mi lista del top 5 de liadas que he sufrido viviendo sin mamá, con el objetivo de que tod@s podamos discutir sobre qué son aquellas cosas que más nos cuestan:
La primera gotera. Debo reconocer que la primera gotera que tuvimos en casa no fue una gotera normal, ni en mi casa ni en la del nene recordaban haber visto tal cantidad de agua. Resulta que el iluminado del 5 se puso a hacer obras en su cuarto de baño y tiró cascotes por el bajante del agua... y poco a poco se fue llenando de agua hasta que llegó al primer piso. Nuestra cocina parecía una piscina de agua... qué bien que se vivía con mamá, pensé ese día.

Quemando el arroz. La cocina es sin duda un terreno abonado para liarla parda. Hace dos semanas mientras estábamos cenando, se nos ocurrió la genialidad de dejar cociendo el arroz para así hacer una rica ensalada para el día siguiente. A media cena empezó a oler un poco raro, como a... como a... ¡recórcholis, a quemado! No os podéis imaginar cómo quedó la olla y lo que nos llegó a costar sacar los granos incrustados... afortunadamente no pasó a mayores.

Comida mala. Este ya es un clásico. Si hiciéramos un currículum, este sería sin duda la mayor fuente de nuestras experiencias. Tenemos una extraña manía de cocinar más de la cantidad necesaria y dejar el resto en un tuper para mañana. El problema es que, de vez en cuando, el mañana nunca llega o llega demasiado tarde.

Orden en el desorden. Lamento decirlo, pero cada día entiendo más a mi madre. Creo que incluso tiene algo de razón. Yo siempre he sido partidaria del orden en el desorden. Es decir, dejar las cosas donde me dé la real gana y luego acordarme. Pero con tantas cosas que tengo que acordarme y con el nene que me las ordena donde quiere, pues se me olvida donde estaban.

Mi magnífico albornoz rosa. La lavadora es también otro terreno fértil para liarla. Tiene multitud de posibilidades: que no se vayan las manchas, que se encojan las prendas, que se agranden... y nuestra favorita, que se destiñan. Por alguna extraña razón el nene y yo tenemos un magnetismo para meter en la misma lavada cosas que destiñen con cosas blancas. La última fue una toalla nueva del Ikea en color rojo con el albornoz blanco, también del Ikea. Pues bien, ahora tenemos un albornoz mucho más molongo de color rosa.

Y vosotr@s ¿dónde echáis más de menos a mamá?

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